El arte contemporáneo se ha visto tocado en su aceptación
y mercado a nivel institucional, por los mismos temas que refleja, que según Gómez
y Villanueva tienen que ver con:
- Politizar el espacio público
- Incluir al espectador activamente en la percepción
- Lectura y construcción de la obra
- Crear archivos y narrativas que articulen la historia
- Criticar lo moderno en ciertos casos
Dichos puntos podrían ser asociados además, con esa conformación y aprobación por
parte del arte y el público por preferir unos rasgos por sobre otros, tal como
lo manifiesta Hernández, en contraposición al arte moderno ampliamente admitido
y comercializado por ser preponderantemente óptico y visual, como apunta Pérez Oramas.
Otra cuestión tiene que ver con los materiales que los artistas utilizan para sus
obras, se ha llegado a decir que el arte contemporáneo es un arte de
riparografía o de desechos (Pérez Oramas); los materiales tienen una
representación significativa porque en cierto modo muestran de qué está hecho
el país y nuestra cultura: cemento, alambre, madera y hasta el mismo cuerpo del
artista y el espectador en algunos casos; en fin elementos no convencionales en
oposición al arte formal. Aspectos en los que coincidimos con los referidos por
Gómez y Villanueva cuando dicen que el arte contemporáneo abarca medios
diversos como performance, video instalaciones, pintura, animaciones digitales,
objetos y fotografía digitalizada, por tal motivo podría decirse que han
generado un quiebre en el canon del arte; es interesante además, que Armando
Reverón fue quien comenzó con la utilización y desarrollo de tal práctica artística
en nuestro país tal como lo sugieren Luis Pérez Oramas, y Manuel Ortega Navarro
en su ensayo “Origen del arte conceptual en Venezuela”. Este artista merecería
una revisión particular.
Sabemos por información
suministrada de Dulce Gómez y Francisco Villanueva que en 1.972 Eugenio
Espinoza creó su obra el Impenetrable con cierto sentido de criticar el
Penetrable de Jesús Soto y mostrar nuevos modos de ver la obra de arte, en ella observamos
la retícula transformada, con un
trasfondo de cuestionar el espacio expositivo politizado y mostrar relaciones
espaciales entre sujeto y obra.
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El Impenetrable Eugenio Espinoza |
Encontramos
igualmente a Antonieta Sosa con algunos de sus performances donde integra al espectador
como actor público, al factor político y más que nada el cuerpo propio, como en Plataforma II la cual ella misma quemó
(en plaza Morelos 1.969) protestando por la situación de ese entonces en
Brasil y que Venezuela participó allí en una Bienal; de esta forma politizó el
espacio público. Esta misma artista con su obra Situación llamada casa en 1.981
hizo referencia del contexto venezolano real
(la obra: un rancho, que nos remite a pensar en el de Meyer Vaisman,
Verde por fuera, rojo por dentro en 1.993, dentro de la exposición CCS-10).
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Plataforma II Antonieta Sosa |
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Verde por fuera, rojo por dentro Meyer Vaisman |
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Del cuerpo, al vacío Antonieta Sosa |
Por otra parte, tenemos las obras de Juan Araujo con paisajes, constituyendo una especie de archivo que desmantela
y deconstruye el significado de la obra, tal como Dulce Gómez y Francisco
Villanueva acotan.
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